avion

Publicado en inglés en AACSB eNEWSLINE, vol 6 issue 2, Febrero 2007

Volando a 33.000 pies de altura y volviendo de un productivo y revelador viaje a Buenos Aires, un delicioso y robusto Malbec (vino tinto argentino) me inspira a compartir una emotiva historia.

Después de una reciente charla que di sobre estrategia y visión en los negocios en un programa ejecutivo, me quedé conversando con los estudiantes y la conversación migró desde la estrategia y los negocios hacia el rol que tienen los profesores en las escuelas de negocios.

Cuando un estudiante pidió mi opinión sobre esta materia, me tomé la libertad de explicarles a mis nuevos, jóvenes e inteligentes amigos cómo se entiende el rol del profesor en  EGADE. Era una oportunidad perfecta para presumir de nuestro cuerpo de profesores, y como también en esa ocasión estábamos disfrutando de un Malbec, no he podido evitar ahora recordar aquel momento.

“Nosotros creemos que los profesores, como minimo, transfieren conocimientos y desarrollan habilidades relacionadas con la dinámicas empresariales en los mercados globales”, dije. Entonces respaldé mis ideas con algunos ejemplos de compañías de Europa y Latinoamérica y las ventajas competitivas, el marketing, la evaluación de riesgos, la gobernanza de las empresas y los temas de gestión de operaciones. Mis palabras produjeron una respuesta y los estudiantes empezaron a conversar sobre la transferencia del conocimiento y el desarrrollo de habilidades hasta que un semi-silencio serendipítico emergió.

Era entonces el momento de continuar con este delicioso diálogo. “Sí,” dije, “conocimientos y habilidades son importantes pero necesitamos entender que cuando los ejecutivos de una empresa necesitan conocimientos y habilidades, vuelven a las instituciones educativas a buscarlos. Sin embargo, como profesores de un nuevo mundo más global, independiente y demandante, debemos incluir en nuestros roles y estrategias nuevos elementos tales como el juicio en la toma de decisiones (la habilidad de analizar, sintetizar, discernir, crearse opiniones y realizar cambios sustanciales o, al menos, estimaciones fiables).

“De hecho,” les comenté, “para los ejecutivos de la mayoría de las compañías, esto es más crucial que sus conocimientos en una disciplina en particular o las habilidades en un mercado específico”

Este segundo comentario desencadenó un debate tremendamente animado que estuve obeservando durante alrededor de media hora. Al final, un montón de ojos con gran energía se giraron otra vez hacia mí esperando mis (espero que reveladoras) palabras.

Después de una breve pausa les conté que el conocimiento, las habilidades y el juicio son importantes, pero que en un mundo de incertidumbre, ambigüedad y rápidos cambios, era más importante el carácter. Incluso me atreví a adelantar una quasi-definición de carácter como la capacidad de saber vivir con las consecuencias (positivas o negativas) de las decisiones que tomamos.

Lo que siguió a ese momento es imposible de describir porque todo el lugar se llenó de vibrantes y ruidosas conversaciones. Y debo decir a los lectores de esta nota, que más que en ninguna anterior interacción con los estudiantes, estaba disfrutando plenamente de la dinámica del discurso. Aquí estaba yo, siendo parte de un brillante, entusiasta y animado grupo de profesionales argentinos, totalmente enganchados en la definición del profesor ideal para una escuela de negocios. ¡Qué deleite intelectual!

Dejando ya el restaurante me volví al grupo y les indiqué que había una característica adicional que deseaba que tuvieran los profesores – la habilidad de crear confianza con los estudiantes, con otros profesores y con los clientes (cuando los profesores hacen consultoría). Esta confianza se debería manifestar en acciones de coaching y mentoring y facilitando el desarrollo personal.

En esta ocasión no se produjo una gran reacción de mis jóvenes amigos. Por el contrario, sólo se crearon algunas pequeñas conversaciones. Una joven, elegante y entusiata señorita que había sido muy locuaz durante la velada, suave pero asertivamente dijo desde el fondo del grupo:

“Sabe usted, profesor, el conocimiento,  las habilidades, el juicio, el carácter y la confianza son, desde luego, muy importantes. Pero después de conseguir un mínimo nivel de competencia, lo que más espero de un buen profesor es que tenga pasión por lo que hace. No me gustaría estar en una clase donde haya un profesor que sea desapasionado.

Ahí estaba: Todos al unísono y en total acuerdo aclamamos que conocimientos, habilidades, juicio, carácter, confianza y pasión son las cualidades universales que abarcan todos los continentes y culturas y que debería tener la siguiente generación de líderes de empresas globales.

Más tarde, esta conversación se desvaneció cuando la azafata pasó a rellenarme mi vaso. Entonces disfruté en silencio del vino, reviviendo aquellos maravillosos momentos compartidos con mis nuevos amigos.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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One thought on “El placer de la educación

  1. Me parece muy interesante este artículo. Lo aplicaré a mi management team!

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